sexta-feira, 18 de março de 2011

Es la inflación, sin Duda:: Roberto Frenkel

Entre 2003 y 2007 la economía argentina podía considerarse un ejemplo de recuperación y crecimiento virtuosos. La mejora de distintos indicadores sociales constituía un aspecto destacado de ese virtuosismo. La situación social había tenido un deterioro abrupto con la crisis de la convertibilidad y antes de eso, el desempleo, la pobreza y la desigualdad se empeoraron crónicamente. Había un largo camino por recorrer y entre 2003 y 2007 lo estábamos transitando a buena velocidad. Pero la tendencia se frenó a partir de 2007-2008 y se observaron retrocesos en algunos aspectos. La clave se encuentra en la aceleración de la inflación.

Paradojas de la posición oficial: las autoridades son renuentes a ejercitar la política antiinflacionaria -hasta el extremo de manipular las estadísticas para esconder la inflación y negar el problema- argumentando contra "el ajuste", mientras que el proceso inflacionario deteriora la situación de los más débiles y vulnerables que están en el foco de la retórica gubernamental. No hay ningún misterio en la alta tensión social: ahora la economía crece rápido, pero el ingreso y la posición relativa de los de abajo no mejoran. Es la inflación, sin duda.

Para ilustrar lo dicho apelamos a resultados de un trabajo de investigación en curso que estamos realizando conjuntamente con Roxana Maurizio y Mario Damill. Los indicadores que examinamos se construyen con datos de la Encuesta de Hogares del Indec, que provee información con la mayor cobertura poblacional.

El primer indicador que examinamos es el ingreso real (poder adquisitivo) proveniente de la ocupación principal de los asalariados. La nueva encuesta trimestral provee datos desde el tercer trimestre de 2003. Entre ese momento y el primer trimestre de 2007 el ingreso real medio se incrementó 34% en forma prácticamente continua. Posteriormente, el ingreso tendió a contraerse durante 2007 y 2008 y se recuperó en 2009. En el segundo trimestre de 2010 el ingreso real medio resultaba prácticamente igual al pico de comienzos de 2007, mientras que el producto (desestacionalizado) era 11% más alto.

Pobreza estancada

Con la misma fuente de datos se calcula la proporción de individuos que pertenecen a familias pobres, esto es, familias que tienen un ingreso inferior al valor de la línea de pobreza. Entre el segundo trimestre de 2003 y el primero de 2007 la proporción de pobres se redujo a casi la mitad, de 49,9% a 26,5%. La reducción se frenó casi totalmente en adelante. A mediados de 2009 la proporción de pobres era de 25%. Después, el índice de pobreza tuvo una reducción de 1,7 puntos porcentuales, asociada con la instrumentación de la asignación universal por hijo, llegando a 23,3% en el primer trimestre de 2010.

Un oficialista recalcitrante podría cuestionar los indicadores mencionados, aduciendo que están calculados con información de precios no oficial. Efectivamente, los indicadores expuestos, incluidos los valores de la línea de pobreza, utilizan el índice que ha dado en llamarse IPC-7, que es un promedio ponderado de los IPC calculados independientemente por siete provincias.

Se publican varios estimadores no oficiales de los precios al consumidor. Pero éstos se agrupan en dos polos. En uno, solitario, está el IPC del Indec. En el otro polo se ubican los otros estimadores, incluyendo el mencionado IPC-7, que proveen cifras más o menos semejantes, de modo que los indicadores sociales expuestos resultan similares, dígito más, dígito menos, cuando se los calcula con los distintos estimadores no oficiales.

Creyentes

Pero si el lector quiere creer en los precios del Indec, crea nomás. Esto no anula los argumentos de esta nota, porque una evolución semejante a la que muestran las variables comentadas se observa también en indicadores de distribución de ingresos cuyos cálculos no requieren información de precios. Por ejemplo, el índice de Gini, que cuantifica el grado de desigualdad de los ingresos, entre 0 (igualdad) y 1 (máxima desigualdad). Después de haberse elevado persistentemente en los años 90 (creciente desigualdad), el índice Gini de los ingresos de la ocupación principal tendió a reducirse en los 2000: de 0,465 en el tercer trimestre de 2003 a 0,405 en el segundo trimestre de 2008. Pero desde este momento la tendencia se estabilizó y el índice se elevaba a 0,411 en el segundo trimestre de 2010. Una evolución semejante muestra el índice Gini de los ingresos familiares totales.

Distribución

Otra forma de indicar la distribución de los ingresos es comparar los ingresos medios de los quintiles (20%) de mayor y menor ingreso de la población. En el tercer trimestre de 2003 el ingreso del quintil superior era 14 veces mayor que el ingreso del quintil inferior. La relación se fue reduciendo para llegar a 10 en el segundo trimestre de 2008. Pero la tendencia se revirtió en adelante y la relación se elevó a 11,2 en el segundo trimestre de 2010.
En suma: la pobreza y la brecha social no se reducirán si no se controla y reduce la inflación.

El autor es investigador titular del Cedes y profesor de la UBA

FONTE: LA NACION (ARGENTINA)

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